La vida diaria a veces nos lleva a correr de un lado para el otro. Pero es necesario tomarnos una pausa y reconocer que hay algo que no podemos dejar para después: la salud de nuestros hijos. Llevar a los chicos al pediatra no es solo para cuando están enfermos; es una oportunidad valiosa para asegurarnos de que estén creciendo sanos y fuertes.
El pediatra es como el guardián de la salud de nuestros pequeños. Desde que nacen, este médico los acompaña de cerca, controlando su desarrollo, viendo que estén aumentando de peso y talla como corresponde, y asegurándose de que sus vacunas estén al día para protegerlos de enfermedades que pueden ser graves. En cada visita, el pediatra no solo revisa al niño, sino que también nos da consejos importantes sobre cómo alimentarlos bien, cómo estimular su crecimiento y cómo prevenir accidentes en casa.
A veces pensamos que si el chico está bien, no hace falta ir al médico. Pero muchas veces hay señales pequeñas que solo un ojo experto puede detectar. Un control a tiempo puede ayudar a identificar problemas de salud en sus inicios, cuando son más fáciles de tratar. Además, estas visitas son un buen momento para hacer todas las preguntas que tengamos sobre la salud de nuestros hijos, desde dudas sobre la alimentación hasta inquietudes sobre su comportamiento.
Invertir tiempo en llevar a nuestros hijos al pediatra es invertir en su futuro. Es darles la oportunidad de crecer sanos, felices y llenos de energía para disfrutar de la vida en nuestro barrio, en la escuela y con sus amigos. Así que, en medio de la rutina, hagamos un lugarcito para esa visita que puede marcar una gran diferencia en la vida de nuestros pequeños.
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